Disciplina, para no morir


A decir de autoridades del IMSS-Morelos, los derechohabientes diabéticos no requieren un endocrinólogo ... ¡Qué bueno! porque sólo hay dos
El tiempo parece detenerse dentro de los pasillos
 del IMSS Morelos. Foto: Cortesía Margarito Pérez Retana.
Miriam Estrada


“¿Es la muerte peor que esto?” me pregunto mientras veo el cuerpo maltrecho y dolorido de una mujer: morado, con llagas; los ojos ciegos, el cabello escaso. Está vestida con pijama color azul cielo, sentada en una sala del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) a la espera de ser atendida.
Su nombre es María, me lo dice su madre que está a su lado; ambas son originarias del sur de Morelos, un estado ubicado en el centro de México.
A decir de la madre, Doña Imelda, María fue diagnosticada con diabetes hace 20 años;y desde entonces las visitas al hospital han sido intermitentes.
En esta área del IMSS, la vida parece transcurrir lentamente; uno sale del letargo sólo a través del olor a orín, desinfectante y yodo que se mezcla con el de los perfumes que emanan las enfermeras, y el líquido que el encargado de intendencia distribuye en el piso con ese largo y gris mechudo. Doña Imelda narra que ha perdido la cuenta de cuánto tiempo ha pasado con su hija aquí durante estos años.

-“Cuando se pone mal, corremos al seguro. Yo siento que mi hija se me queda en cada ocasión. Ha sido muy triste ver cómo se ha ido consumiendo”, refiere.

Entre el ir y venir de personas, Doña Imelda detalla que han sido 20 años difíciles. Su hija fue diagnosticada con diabetes cuando tenía 24; previamente se había casado y tenido un hijo, pero la enfermedad fue uno de los motivos que derivó en su divorcio. Sin un lugar a dónde ir, y sin trabajo, se refugió en la casa materna.

-"Al principio ella trabajaba y hacía su vida normal, pero desde hace unos años empezó con hinchazón de los pies, de las piernas, con problemas en los ojos; han sido años de penurias. Mi esposo también se fue hace dos años de la casa; ahora yo soy quien tiene que ver por ella y mi nieto”, relata.


Una enfermedad de todos

¿Quién no conoce a alguien con diabetes? El papá, la mamá, el abuelo, el hermano, la tía, la vecina, el amigo. La diabetes es una afección crónico-degenerativa que se suscita cuando el páncreas es incapaz de producir y/o utilizar la insulina, hormona necesaria para procesar y aprovechar metabólicamente los nutrientes.
Si bien la diabetes es un problema de salud global, en México el número de casos se ha incrementado de una manera alarmante llevándolo al lugar ocho en incidencia en todo el mundo, pero las proyecciones a futuro no son mejores, de acuerdo con la Alianza por la Salud Alimentaria se prevé que para el año 2025, México ocupará el lugar número seis con 11.9 millones de diabéticos en el país.
Morelos, no es ajeno a esta realidad y es considerado el estado con la tasa anual más alta de incidencia de diabetes, al registrarse 655 nuevos casos en hombres por cada 100 mil habitantes, y 746 en mujeres durante un año. (2014).
Así, el caso de María no es aislado, la Secretaría de Salud federal informó que en Morelos, entre la población derechohabiente del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el 4.4 por ciento ha sido diagnosticada con diabetes.


Complicaciones: amarga realidad
Las complicaciones derivadas de la diabetes son la principal causa de muerte en México entre la población de más de 40 años. De cada 100 diabéticos, 14 presentan alguna afección renal, dos de cada cinco empiezan a perder la vista; también es la principal causa de amputaciones en el país. Así lo ha documentado el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). He ahí la importancia de la atención oportuna y constante de médicos especialistas.
Un médico endocrinólogo es el encargado de diagnosticar y tratar enfermedades relacionadas con las hormonas, como la diabetes. Sin embargo, el IMSS enfrenta un problema para garantizar a los derechohabientes la atención de especialistas en todo el país.


¿Atención especializada?
David es un paciente de diabetes; tiene 50 años. Durante los 15 años de evolución de su enfermedad jamás ha sido atendido por algún endocrinólogo; a él lo encontré en la clínica 20. Mientras espera su turno a la consulta, platicamos y comenta que no sabe a ciencia cierta para qué le serviría contar con la vigilancia médica de un especialista.
-"Me trata el médico familiar. Me hacen análisis cada dos meses y me da cita igual. Pero me ha dicho que si necesito ir antes, pues nada más que venga. Yo prefiero esperarme a la cita porque venir aquí es perder, mínimo, cuatro horas", narra.

Menciona que ha estado internado dos veces en urgencias por altos niveles de azúcar, pero indistintamente, luego de ponerle suero, lo mandan con el médico familiar.
Vestido con pantalón de mezclilla, camisa a cuadros y una gorra titubea y precisa que una vez lo mandaron a un traumatólogo, pero dejó pasar la cita porque se la dieron en cuatro meses y luego se le olvidó; reconoce haber acudido una vez con alguien ajeno al médico familiar:
-"Fue al dentista porque tenía una muela mala y me la quitaron".

La mejor cara del IMSS
El IMSS Morelos atiende aproximadamente a 600 mil personas, de las cuales, se estima que 24 mil han sido diagnosticadas con diabetes. Son 24 mil pacientes que requieren la atención de un endocrinólogo.
El Día del Médico es el escenario perfecto para que los políticos reconozcan la labor de los profesionales de la salud y resalten las "políticas públicas que generan a favor de los ciudadanos". Es 23 de octubre y los frondosos jardines del reconocido restaurante en Cuernavaca “Las Mañanitas” adornan los discursos, las sonrisas, los abrazos y los desayunos. En esta ceremonia está el delegado del IMSS en Morelos, Manuel Abe Almada. Las entrevistas con los reporteros son inevitables. Impecable para la ocasión enfundado en una camisa azul, traje negro y corbata gris, el funcionario explica con optimismo las buenas cosas que también pasan en el instituto: el incremento en las afiliaciones, los sistemas digitales, el registro en línea y sus ventajas, la dotación de medicamentos, entre otros. Debido a que no se aceptan entrevistas todos los días, aprovecho la ocasión y cuestiono al delegado sobre la situación de los derechohabientes. Le ofrezco contexto del panorama nacional con la falta de especialistas, pero él sonriente me explica que Morelos no sufre esto puesto que él mismo trajo 60 nuevos especialistas -de todas las categorías- que ahora cubren las necesidades del instituto casi en su totalidad.
-"Tenemos oncólogos, médicos quirúrgicos, angiólogos. Me siento muy contento porque estamos muy bien posicionados a nivel nacional".
Entonces le pregunto ¿Por qué los derechohabientes se quejan de que las citas son tan espaciadas, incluso en meses?,  Es entonces cuando él atropella las palabras.

-"Créeme que si estamos viendo ese tema, estamos hablando que el Instituto Mexicano del Seguro Social atiende en Morelos una tercera parte de la población. Estamos hablando que por núcleo familiar estamos atendiendo alrededor de más menos 600 mil personas. Me preocupa mucho que se queje uno como que se quejen mil. Tenemos que dar una mejor cara al instituto y tenemos que empezar a resolver los problemas aunque sea de una sola persona. Una sola persona importa más o igual que mil personas".
 Interesada en lo que dice, noto que apresura las respuestas y habla más rápido de lo regular.

-"Cada quien va a dimensionar el problema que tiene, dentro del problema que esté erradicando; en este sentido le quiero decir que no estoy preocupado, estoy ocupado en ver todos esos casos con el jefe de prestaciones médicas y todo el equipo que está acá del Instituto Mexicano del Seguro Social, delegacional y con todas las coordinaciones médicas y jefes de unidades de los tres hospitales tanto el regional como los dos de zona de las 24 UMF".
Ante esta respuesta pregunto directamente ¿Cuántos endocrinólogos tiene el IMSS Morelos? Nervioso, el delegado Manuel Abe responde, pero casi de inmediato voltea hacia la izquierda y cuestiona al jefe de prestaciones, Ever Bahena Cruz.

-"Tenemos una plantilla que es la plantilla que es la autorizada para este hospital y yo no puedo tener más endocrinólogos, sin embargo, le puedo decir el número exacto … -¿Cuántos endocrinólogos tenemos?

- Tenemos dos, uno en la mañana y uno en la tarde…", responde Ever.

 ¿Son suficientes?, insisto a lo que Bahena continúa:
-"Hasta ahorita es suficiente porque una parte también lo ve Medicina Interna. Los diabéticos tipo dos, que es la gran mayoría y otros médicos; ya los diabéticos tipo uno o los diabéticos tipo dos de difícil control los ve el endocrinólogo titular…"
Aún no termina el jefe de prestaciones de responder cuando Manuel Abe interrumpe y aclara:

-"Eso no significa que no estén siendo atendidos. ¡Ojo! dependiendo la gravedad se van pasando. Para que no se tergiverse la información: de este universo de personas no todos necesitan endocrinólogos. Algunos que necesitan cardiólogos algunos… Los niveles de diabéticos que tenemos nosotros, la calidad de vida y el servicio que reciben… Somos el mejor estado, uno de los mejores estados de la República con mayor atención y calidad de vida y me refiero a las gráficas que tenemos…"
Entonces el delegado ya evidentemente confuso da una palmada a Ever Bahena y lo alienta a seguir…

-"La gran mayoría, los pacientes son bien educados, apegados al tratamiento, a su dieta y los ve el médico familiar. Además que tenemos 10 módulos PrevenIMSS en donde son atendidos esta gran mayoría de pacientes. El que se descompensa y que da trabajo tratar se va al endocrinólogo", reitera Ever Bahena.

Mientras, el delegado Abe desaparece de la escena sin decir "adiós".



Manuel Abe, delegado del IMSS Morelos el 23 de octubre de 2015.
 Cuando las respuestas todavía eran sobre las cosas buenas
que también pasan en el instituto. Foto: Miriam Estrada



El consuelo
Es imposible hablar con María. Su condición de salud es tan evidentemente mala que sólo intentarlo parecería un acto de deshumanidad. Doña Imelda explica con tristeza que el pronóstico médico no es nada bueno: Requiere diálisis y ya no se levanta casi de su cama, es por ello que tiene tantas llagas en el cuerpo. Reconoce que su hija nunca pudo llevar una dieta porque en la casa “se come lo que hay” y casi siempre lo que hay es lo más barato: pan, tortillas, frijoles y productos instantáneos.
A pesar de la gravedad, Doña Imelda ve a su hija, sonríe y agradece:

-“Cuando las cosas se pusieron peor, tan lo menos en su trabajo le habían dado seguro”.

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