¿Redacciones integradas? ¡Periodismo!

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Reflexión sobre algunas decisiones de las empresas periodísticas: redacciones integradas y diseño de páginas web

Miriam Estrada

(Fragmento)

La crisis económica en los medios impresos ha puesto en duda su permanencia durante los últimos años. 

La llegada del Internet, la difusión de la información a través del surgimiento y auge de redes sociales ha obligado a los especialistas a abordar el tema desde diferentes perspectivas; a la par, los dueños y directivos de los medios han tenido que replantear el trabajo que sus periodistas realizan dentro y fuera de las redacciones.

Con base en la experiencia quiero enfatizar que la falta de recursos económicos que experimentaron grandes empresas periodísticas en Estados Unidos y en Europa (Por ejemplo: The New York Times, The Guardian) motivó que en México varios medios reflexionaran sobre el futuro de sus redacciones desde el año 2003. Fue el caso del periódico Reforma, pionero en ofrecer contenido multimedia, oportuno y exclusivo en su sitio web y también de los primeros en fusionar sus redacciones web y “print”. 

Ese ejemplo fue seguido por los demás medios de forma paulatina aunque no en todos los casos el resultado fue óptimo. En lo particular me permito abordar -a grandes rasgos- el caso de la transformación de los medios impresos en mi estado: Morelos.

Apenas en el año 1993, la tecnología "Mac" llegó a instalarse en el entonces El Nacional del Sur, pero tuvo que pasar una década para que esa misma tecnología llegara a uno de los diarios más influyentes de la entidad: Diario de Morelos. En contraste, fue precisamente Diario de Morelos el primero en transformar la redacción del periódico con un modelo integrado de la edición impresa, radio y web, ese mismo modelo que Ramón Salaverría, profesor titular de la Universidad de Navarra, ilustra con un ejemplo de una agencia informativa radicada en Moscú. 

La intención, indudablemente, era converger la redacción (entendiendo como convergencia una multiplataforma que modifica las unidades de producción de un medio); sin embargo, tal y como lo advierte Salaverría, la reorganización de las empresas periodísticas no se limita al cambio físico de la distribución de las redacciones sino a un cambio en la mentalidad de los periodistas que, de inicio, demuestran su resistencia al cambio en la dinámica laboral. Quizá fue por ello que la reorganización y el resultado de esta integración, la de Diario de Morelos, fue lenta y dolorosa: Hubo asignación de tareas múltiples para periodistas que no estaban capacitados, ya no sólo en el uso de las nuevas tecnologías sino siquiera en el objetivo que planteaban los directivos.

En general, considero que la integración de las redacciones es positivo para optimizar los recursos -casi siempre limitados- en una redacción: Una sola sala provista de periodistas capacitados en las nuevas tecnologías optimiza los recursos e impide que los esfuerzos sean monodireccionales; un gestor de contenido sabrá hacia dónde dirigir las piezas periodísticas para distintas personas y podrá coordinarse con los editores para la elaboración de material específico para las diversas plataformas a fin de brindarle a la audiencia el contenido que busca de forma complementaria en la web, el impreso, radio y/o televisión.

El lado negativo es que los empresarios, en su mayoría, han delegado la responsabilidad de incrementar la productividad y calidad de los contenidos únicamente en los periodistas -casi siempre sin la suficiente capacitación- sin tomar en cuenta el tiempo y costo que el trabajo multimedia genera y sin compensar los salarios para los reporteros.

¿Pago por saber?

Coincido en la estrategia financiera de limitar el contenido exclusivo, pero creo que este límite debe estar siempre sujeto al costo-beneficio. El periodismo cuesta, indudablemente, y considero que una pieza de calidad siempre tendrá a alguien interesado en adquirirla. Sí, se paga, pero a cambio el medio debe garantizar calidad y exclusividad.

Finalmente, enfatizo y coincido en la reflexión de Gerardo Albarrán de Alba: “Cambia el lenguaje escrito, no la esencia del periodismo”.

Bibliografía

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