En la oscuridad de un domingo

Como boca de lobo. Eso decía mi mamá cuando se refería a la calle oscura. Eso recordé esta noche cuando caminé por la avenida y me percaté que las luminarias estaban fundidas.
Fue domingo y además de ser híbrido fue bastante pesado en el trabajo.
No era que hubiera más cosas por hacer. La labor era la de siempre, sólo fue que hubo una combinación de muchos detalles y cuando los detalles se juntan es muy posible que una edición termine en desastre.
El paseo nocturno, rumbo a eso que le llamo casa, no habría tenido mayor contratiempo pero contribuyó a que en mi mente retumbara el eco de mis propias palabras. Toda la tarde me la pasé gritando, amenazando y haciendo corajes.
¿Cómo era posible que no se atendiera una orden de trabajo?
Hacía mucho tiempo que no montaba en cólera por la desorganización de una cobertura.
Y encima la luz. Hace dos días que no hay luz en la oficina y la labor se tiene que hacer a tientas.
Al ver las luminarias fundidas en la avenida comprendí que hay días, especialmente en domingo, que la vida se torna como boca de lobo.

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