Libertad de expresión y censura en la era de Internet


Miriam Estrada Dorantes
(Fragmento)

Que Internet sea un lugar propicio para el ejercicio libre de la democracia, la libertad de expresión y comunicación, parece ser una visión cada vez más utópica.

Como lo es que se convierta en un sitio sin la restricción ni control del Estado, neutral.

Lo cierto es que Internet sí facilita el acceso al conocimiento en los lugares más apartados y con mayor desigualdad en el mundo. (Deibert, Ronald 2008, p-137).

En la actualidad, es válido imaginar un mundo mejor, con seguridad, igualdad y justicia, pero esa estampa anhelada por cualquier sociedad no se ha conseguido en el mundo terrenal durante toda su existencia, por lo que ¿cómo sería posible conseguirla en el ámbito virtual en sólo tres décadas? 

Es innegable: Internet ha revolucionado al mundo, acercado el conocimiento a miles de personas y se ha convertido en una nueva Biblioteca de Alejandría, como lo apunta David Ramírez: 

“Una nueva Biblioteca de Alejandría, donde el saber humano es almacenado en cantidades ilimitadas, pero también un poderoso sistema de comunicación que sostiene millones de interacciones entre personas prácticamente en tiempo real y con un costo casi nulo.” (Ramírez Plascencia, D. 2007: 156) 

Pero también se requiere más que la cobertura de Internet para poder ingresar a esa fuente de saber. Hacen falta todos aquellos instrumentos que lo hacen posible: energía, desarrollo tecnológico, insumos, servidores, transmisores, receptores… y si vamos más allá: la capacitación. 

Sí, quizá para la mayoría de quienes habitamos los sitios urbanos nos parece que el acceso a Internet requiere sólo de asegurarse que la batería del móvil esté cargada, sin embargo el uso del internet está asociado al nivel de estudios y nivel socioeconómico. 

En México, más de la mitad de la población tiene acceso a Internet y cuenta con algún dispositivo para conseguirlo, pero la otra mitad no. (INEGI, 2017). No es de extrañar, entonces que el propio David Ramírez advierta: 

“América Latina continúa siendo una de las regiones más desiguales en el mundo. La adopción masiva de Internet entre la población no ha hecho sino hacer más patente esta desigualdad, pero ahora en términos digitales.” (Ramírez Plascencia, D. 2016: 84) 

Y son estas desigualdades las que precisamente llevan a mucha gente a seguir pensando en que la Revolución puede gestarse, realizarse y concretarse a través de las redes sociales, y a ignorar que Arpanet fue diseñado y planeado como un proyecto estratégico dentro de la industria armamentista de Estados Unidos. (2016). 

Michael Theodoulou evoca al libro: “The Net Delusion” del bielorruso Evgeny Morozov, así: “Un libro que sostiene que las esperanzas de fomentar la democracia a través de la tecnología de internet son utópicamente irreales y pueden ser contraproducentes”. 

Morozov, investigador de la Open Society ha dedicado sus esfuerzos al análisis del Internet y sus efectos en la sociedad y la política. No es difícil, entonces, que conozca los lados oscuros de la red y la forma en que es utilizada por los gobiernos para imponer propaganda, censura y vigilancia. 

Como tampoco lo es el punto de vista de Pamela Romero cuando escribe sobre Julian Assange, editor y principal rostro de Wikileaks, organización dedicada a la difusión de documentos secretos que denunciaban actos y abusos de Estados llamados democráticos. (Romero L., Pamela, 2013: 153) 

Pamela retoma las palabras de Assange cuando anticipa que: 

“Internet, nuestro mayor instrumento de emancipación, ha sido transformado en la mayor herramienta de totalitarismo que hayamos visto. Internet es una amenaza para la civilización humana” (2013: 23). No se trata de ser apocalípticos, sino, más bien, de ser conscientes de que si dejamos en manos de las elites medios tan importantes como Internet, estos se transforman en un gran aparato de control y vigilancia, un panóptico ideal, y permiten a los poderosos seguir abusando de su poder, bajo la falsa premisa de que están haciéndolo por el bien de todos. De esta manera, las libertades y esperanzas se quedan meramente en buenas intenciones. Lo queramos o no, somos monitoreados sin tregua y nuestros datos están disponibles en la red tanto para las agencias de inteligencia (como posibles terroristas o enemigos del Estado), como para las firmas comerciales, que ven en nosotros un público objetivo (target). Cuando el producto es gratis, nosotros somos el producto, como sucede en el caso de Google, Facebook y Twitter” 

La censura se define como el acto o sistema de práctica que suprime, limita o elimina objetable o cualquier otro tipo de discurso. (2008:139) 

Todos los regímenes políticos participan en algunas formas de censura, y como se advierte vivir en sociedad ejerce en sí una forma de censura, las políticas democráticas liberales de distinguen por el acompañamiento y garantía a la libre expresión. (2008). Es un hecho, los países buscan regular lo que sus gobernados consumen en Internet, y si bien un país puede legislar eso no implica que tenga el poder coercitivo para lograr que tales normas sean cumplidas. David Ramírez lo muestra con el caso Yahoo. (2007: 172). 

“Muchos países tienden a considerar posible el derecho de censurar los contenidos virtuales que no desean que sus ciudadanos vean, pero se trata de una medida cuya compatibilidad con el respeto de las libertades civiles es dudosa. Cada usuario es responsable de los sitios que visita y la información que maneja”. (2007: 172) 

Sin embargo, basta abrir una página de Facebook para notar qué gobiernos están pagando publicidad en redes sociales, cuáles otros tienen ejércitos de "bots", quiénes están insertando "noticias" en los principales medios. El Internet ha resultado ser rentable para quien persigue un fin aprovechando estrategias de marketing digital. 

Cuando se habla de censura, China parece ser un referente, pero quizá no tendríamos que ir tan lejos, basta con pagar a compañías para que la difusión no sea tan equitativa en espacios como You Tube, Twitter, Google, Terra y Facebook, por citar algunos. 

Este contexto es el que permite situar a Internet como un ente con diferentes aristas de estudio: por un lado la forma en que es utilizado por los gobiernos, las empresas, los grupos políticos, los grupos subversivos; las organizaciones civiles. 

Así, como bien refiere, que Twitter y Facebook sean utilizadas por detonante para las movilizaciones ya no es nuevo. En “Twitter and Facebook are the new wapons of Middle East protest”, Michael Theodoulou apunta:

“Parece que el activismo de Internet ya no es el pasatiempo de una clase parlanchina, sino un motor de empoderamiento que ha movilizado a miles de manifestantes, primero en Túnez y ahora en todo Egipto.” (Theodoulou, Michael 2011). 

Pero a décadas de su masificación, ahora Internet parece estar colocado por los propios usuarios como una tierra de nadie, en donde muchas veces se actúa como en un verdadero estado de naturaleza, descrito por Hobbes. Atrás quedaron las referencias de Internet como un espacio de ejercicio de las libertades, del intercambio del conocimiento, del acercamiento entre las ideas y lo individuos. 

Cualquier persona que tenga acceso a Internet puede utilizar las redes sociales, expresar sus ideas, sus enojos, sus frustraciones; compartir conocimiento, compartir bromas; jugar a la cámara escondida, hacer ciberbullying; exhortar a saquean comercios, tomas las calles, manifestarse con o sin razón. 

Con problemas de seguridad, extorsión, secuestro, trata de personas, pornografía infantil, homicidios, engaños y demás, quizá sea este estado natural el que ha obligado a más de uno a gestar la idea de imponer orden. Pero como señala Assange hay una oportunidad para reforzar el interés, innegable, del Estado (cualquiera que sea) para ejercer, control, vigilancia y castigo. 

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y el inicio de la guerra “contra el terrorismo” (que más bien se volvió una guerra política y por el petróleo. Tema aparte), tal parece que el miedo sigue siendo el motor principal para provocar que los propios usuarios cedan libertades. La seguridad, los derechos de autor, la privacidad, y los sectores comerciales ejercen presión para controlar el Internet y, con ello, se hacen cada vez más presentes los intentos de regulación. 

Ronald Deibert dice que de muchas maneras estas presiones para regular Internet reflejan un proceso natural de maduración que medios de comunicación, como la prensa, la radio y la televisión, todos experimentados a medida que evolucionaban“El Internet de hoy no es una excepción”. (2008: 138) 

¿Pero es que deberíamos conformarnos ante este nuevo paradigma?, ¿estaríamos cediendo a una forma de censura?, ¿cuál es la frontera entre lo legal y lo represivo? 

Como periodistas, es común hablar sobre la libertad de expresión, la libertad de publicar, la seguridad y garantía para el ejercicio periodístico. Exigimos que ni la PGR ni el Estado, ni los políticos de nuestros pueblos nos vigilen, pero si enfocamos las interrogantes a nosotros mismos como periodistas, a los medios de comunicación, quizá tendríamos que empezar por cuestionarnos qué hacen los medios con los datos que les proporcionamos como usuarios.  No sólo en los sitios de noticias, sino en nuestras suscripciones, correos electrónicos; nuestros “Me Gusta”, nuestros seguidores. ¿Y si nos entrevistan?, ¿Cómo están resguardando las imágenes que nos toman, los videos que graban?, ¿Cuáles son las políticas de privacidad en el uso de sus plataformas? 

Como periodistas ¿estamos brindando a nuestra audiencia la seguridad en el manejo de sus datos personales? 



Bibliografía 


Deibert, Ronald J. (2008). Black Code Redux: Censorship, Surveillance, and the Militarization of Cyberspace. En Boler, Megan (ed). Digital Media and Democracy: Tactics in Hard Times. Cambridge, Mass: MIT Press. Pp. 137-164.  Disponible en: https://uniteyouthdublin.files.wordpress.com/2015/01/digital-media-and-democracy-tactics-in-hard-times.pdf


Theodoulou, Michael. (2011). Twitter and Facebook are the new weapons of Middle East protest. The National, edición electrónica, sec. Middle-East. Disponible en: https://www.thenational.ae/world/mena/twitter-and-facebook-are-the-new-weapons-of-middle-east-protest-1.442136


Ramírez Plascencia, D. (2016). De la guerra al amor: el proceso de adopción de Internet en el contexto latinoamericano, 1995-2015. Balajú. Revista de Cultura y Comunicación de la Universidad Veracruzana, 4 (3), 65–89. Disponible en: http://revistas.uv.mx/index.php/balaju/article/view/2209


Ramirez Plascencia, D. (2007). Conflicto de leyes y censura en internet: el caso Yahoo! Comunicación y Sociedad, 8(0), 155–178. http://www.publicaciones.cucsh.udg.mx/pperiod/comsoc/pdf/cys8_2007/cys_n8_8.pdf


The Economist. Briefing The future of the internet/Septiembre, 4, 2010. http://www.economist.com/node/16941635


INEGI. (2017). “Estadísticas a propósito del Día Mundial del Internet”. Enero 20, 2018, de INEGI. Disponible en: http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/aproposito/2017/internet2017_Nal.pdf


Romero L., Pamela Criptopunks. La libertad y el futuro de internet Revista Austral de Ciencias Sociales, núm. 24, noviembre-junio, 2013, pp. 151-156 Universidad Austral de Chile Valdivia, Chile. 

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