Fotoperiodismo: De la ética y la moral

Miriam Estrada

Alcanzar el bien como un fin es una parte estructural de la ética socrática. A diferencia de la moral, la ética no es negociable por lo que obliga a conducirse de manera objetiva. 

Si el periodismo contribuye a la construcción de una sociedad, este fin tiene que inclinarse hacia el bien común, y no puede construirse nada hacia el bien sin ética. El bien va implícito en la misma.

En el fotoperiodismo esto no es diferente. Un fotógrafo o fotoperiodista tampoco podría argumentar perseguir documentar o mostrar una realidad o verdad si para ello utiliza la manipulación y el engaño.

De nada sirve una “buena imagen”, con técnica, composición y estética si no cumple con su objetivo de informar con veracidad. Esto no implica que el fotoperiodista no deba conmoverse o sentir, puesto que finalmente es un humano, sin embargo, el objetivo de informar deberá anteponerse a las emociones o creencias individuales. No coincido con los juicios de valor que realiza Anabel Gómez en los casos de Kevin Carter ni Umar Abbasi en los que concluye: “Lo cierto es que la única respuesta que se ha encontrado para estos hechos es la de una violación a los derechos humanos”, no obstante, lógicamente no puede ser la única respuesta puesto que en el mismo texto narra el argumento de Umar. 

En este sentido, creo que hay una diferencia en la manipulación de la imagen y el contexto en el que se genera y la intervención directa con circunstancias particulares. 

Por lo que respecta al vídeo “Un grito robado”, bueno, el claro ejemplo de que vivimos en una sociedad carente de las virtudes esenciales para desarrollarnos adecuadamente. Un ejemplo tras otro de cómo cada decisión que se toma sin pasarla por el tamiz de la razón tiene consecuencias. En este caso, Noam va descubriendo capa por capa los alcances que tuvo la decisión que tomó de “subir” imágenes de él mismo de “buena fe” y cómo día tras día, minuto tras minuto, esa imagen dejó de pertenecerle hasta convertirse en un objeto, popular, utilizado para fines justificados de legítimos hasta los más representativos del neoliberalismo económico. 

Ambos materiales nos dejan la tarea de reflexionar sobre nuestras conductas; respecto a lo que somos, lo que no somos y cómo aplicamos o no nuestros propios límites. Eso sí, nos obligan a replantearnos qué es la ética y la moral, y si esos conceptos pueden o no ser sujetos de la interpretación.

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